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Memorias – Qué son, características, definición, historia, autores 

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¿Qué son las memorias en literatura?

Las memorias constituyen uno de los subgéneros más importantes de la literatura en el género didáctico, siendo además uno de los más populares de la actualidad. Las memorias son escritos que reúnen experiencias, recuerdos y sensaciones que vivió una persona o bien un personaje dentro de una obra literaria a lo largo de su vida. Muchas figuras escriben las memorias con el fin de exponer el trabajo que han realizado, como logros, victorias, etc. 

Aunque si bien comúnmente se suelen asociar las memorias con el subgénero de la biografía, del cual ya hablamos en otro apartado, lo cierto es que a pesar de que hacen parte del mismo género didáctico, se distinguen en que las memorias cuentan con una estructura mucho menos formal y rígida, en comparación con la biografía, la cual se destaca, entre otras cosas, por mantener un orden cronológico juicioso. 

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Significado del subgénero memoria

El término memoria procede del latín -memoria-, palabra formada por -memor-, el adjetivo que hace referencia a -el que recuerda-, con el sufijo -ia-, que es utilizado con el fin de formar sustantivos abstractos, donde juntos forman el significado del término como recordar o guardar en la mente. De ahí que las memorias sean un conjunto, en muchos casos, de recuerdos, sensaciones y experiencias del autor. 

Definición del subgénero memoria

Podemos definir a las memorias como un tipo de relato de considerable fiabilidad que reúne una serie de acontecimientos vividos por el autor o por un testigo cercano. Algunos otros expertos definen las memorias como un tipo de narración sobre hechos específicos, de manera que se dedica a escribir parcialmente sobre la vida de determinado personaje. 

subgénero memoria

¿Cuál es la función de las memorias?

La intención de los autores de este tipo de escritos y por tanto, de las memorias, consiste en la exposición y el registro de experiencias, en especial aquellas que fueron determinantes para el desarrollo de la personalidad de una persona cercana o de ellos mismos, además de aquellas que interfirieron en el pasado con las actividades que realizan en la actualidad o al final de su vida. Por otro lado, la recopilación de las memorias también funciona como una herramienta de reflexión frente a sucesos pasados y una examinación de las consecuencias en la actualidad. 

Es así que las memorias relatan una serie de eventos que tuvieron lugar en un momento en específico, no necesariamente sobre toda la vida de la persona, como sucede en la biografía. 

Historia y origen de las memorias literarias

Aunque si bien no es posible conocer una fecha exacta en la que se hayan escrito las primeras memorias, lo cierto es que se tiene conocimiento de que los romanos lograron producir una gran cantidad de memorias que se incrementaron sustancialmente durante el Imperio Romano. Es así que dentro de los registros que se tienen aparecen autores como Augusto, Sila, Lúculo y Cayo Julio César, entre otros. 

Por otro lado, se debe mencionar que las memorias constituyeron, en su momento, uno de los documentos más importantes, dado que fueron usados como herramienta para historiadores como Plutarco, Cornelio Tácito, Gayo Suetonio y Valerio Máximo, quienes los usaron para examinar acontecimientos específicos que sólo este tipo de relatos les facilitaron. 

Características del subgénero memoria

Estas son las características más importantes de las memorias en la literatura: 

Contenido: las memorias tienen la facultad de reunir una gran cantidad de información sobre una persona en determinadas experiencias y vivencias, ya sean logros en relación con alguna actividad en específico, errores, victorias y demás. Sin embargo, en general, las memorias reúnen contenido experiencial que permite al lector poder acercarse al contexto de vida del protagonista, permitiéndole comprender con mayor eficiencia sentimientos, emociones, pensamientos, intereses, etc., que no sería posible de otro modo. 

Formato de las memorias: la forma de escritura de las memorias, al ser un relato, está escrito en prosa y a diferencia de la biografía, no necesariamente existe una concordancia lineal, sino que puede remitirse a un momento de la vida del autor o del personaje a quien se recurra al recuerdo para la escritura. Es así que, hablamos de una obra literaria de no ficción. También es posible encontrar en su composición un uso recurrente de figuras literarias. 

Carácter veraz: se debe tener en cuenta que si bien las memorias constituyen un tipo de relato libre, como mencionamos, no son obras de ficción, dado que se les atribuye un carácter veraz y la mayoría de las veces fiable sobre un autor o personaje. 

Protagonista: en cuanto a quién es el protagonista de las memorias, esto puede variar con facilidad. Se pueden tratar de las memorias de un personaje cívico, militar o político, un líder social o una persona particular que decide o bien escribir sus propias memorias o, por otras razones, es una persona cercana a él quien se encarga de la escritura de ellas. 

Momento de narración: otra de las características más importantes de las memorias, tiene que ver con el momento en el que se narra, dado que, a diferencia de otros tipos de texto, las memorias se suelen narrar cuando el período datado ya ha concluido. 

Autor: acerca de quién es el encargado de escribir, en el caso de las memorias, estas pueden estar escritas por la persona que las vive propiamente, o bien por una persona que haya estado muy cerca a ella y que haya sido su acompañante por un largo período de tiempo, de forma que pudiera proporcionar la información necesaria para construir sus memorias. 

¿Cómo escribir mis memorias?

Ahora que hemos visto lo que son las memorias, cómo están compuestas y cómo se caracterizan, es momento de pasar a conocer cómo podemos escribir nuestras propias memorias. Para ello, debemos tener en cuenta lo siguiente:  

  1. Elige el tiempo de relato 

Lo primero que haremos será elegir el fragmento desde el cual queremos iniciar la narración, esto lo haremos a modo personal. Decidir cuál será el momento que abarcará nuestro relato de memorias implica pensar en un período en específico con un inicio y un final, un acontecimiento determinante para el desarrollo de nuestra vida. 

Este primer paso es clave dado que el relato está constituido por una etapa inicial, el desarrollo y el final, incluyendo etapas de tensión que suceden en la mitad del texto. 

  1. Decide qué contar y qué no 

Si bien se trata de evocar a la memoria y en ello se halla inmerso un universo de recuerdos, es necesario reconocer que ello apela a la intimidad y en este sentido, el autor debe decidir qué cuenta y qué no. Existen muchos factores, acontecimientos, decisiones, sentimientos y demás, que bien pueden inspirar a quien lo lea a partir de sus propias experiencias, pero existen también otros momentos y aspectos que muchas personas prefieren mantener en la intimidad. 

En este punto es crucial, también, tener en cuenta que mucho de lo que se decida o no contar, tiene una gran relevancia en el curso de la historia, de manera que si se decide omitir algún aspecto, se debe cuidar para que no obstaculice la comprensión de la idea, como datos, hechos, giros u otros aspectos. 

  1. Determina un mensaje 

En esta parte la idea es establecer un enfoque hacia el cual sea conducido el lector a medida que lea nuestras memorias, es decir, la idea central del texto que se quedará en la memoria de quien revise el texto. Básicamente puede constituir el sentido del texto, la razón por la cual formulamos el escrito y lo exponemos al lector. 

Si bien esta intención no debe ser presentada de forma explícita, lo ideal es que el conjunto de elementos que se escriban conduzcan a ello, esto permitirá que pueda consolidarse como una obra distinta a las demás, confirmar con ello un valor propio. 

  1. Construye un primer panorama 

No podemos decir a ciencia cierta cuál será el porcentaje que corresponde a la historia real, sin embargo, esto no quiere decir que sea necesario comprometerlo todo. Embellecer la historia está permitido y esto puede implicar simplemente la modificación de los nombres reales de los personajes de la historia, o bien omitir secciones que no deseemos contar como lo hicimos en el segundo punto. 

Ya puedes empezar a considerar cuáles serán las figuras literarias que vas a usar para la composición e ir imaginando cómo irá la historia de acuerdo al mensaje, también, que quieres dejar en el lector. 

  1. Indaga sobre la misma historia 

Otro aspecto que debemos tener en cuenta es que el contenido de las memorias no sólo debe basarse en lo que reside en nuestro recuerdo, sino que es crucial poder realizar una investigación completa acerca de lo que sucedía, también, fuera de nuestro círculo en ese mismo momento y cómo se involucra con lo sucedido. Incluso esto podría llevar a descubrir otros puntos de vista de testigos y presentes, o también revisar otras situaciones que tuvieron que suceder para desencadenar el eje central de la historia. 

Todos estos elementos pueden no sólo enriquecer la historia, sino nutrir el camino para el lector y para ti, pues permite el descubrimiento de nuevos e inexperimentados ambientes y dimensiones que hacen más satisfactorio todo el proceso. 

  1. Empieza a escribir 

Ahora que tienes todo lo anterior listo, es momento de empezar con la escritura de nuestras memorias. A diferencia de otros tipos de texto, puedes iniciar la narración del fragmento de tu memoria desde el punto que quieras, no sin antes tener en cuenta el aspecto central al que debes llegar para terminar con un cierre o conclusión. Mantén un lenguaje sencillo, claro y ameno que le permita al lector conectarse con la historia, asegúrate de incluir muy bien descripciones y detalles, pues esto facilita la creación de imágenes en quien lo lea. 

  1. Revisa el resultado 

Una vez hayas terminado de escribir puedes revisar tu texto. Para una primera revisión conviene tener en cuenta aspectos como la redacción y la ortografía, lo cual es imprescindible en cualquier tipo de texto. Posteriormente puedes resaltar las ideas principales, la coherencia de la línea escrita para garantizar una correcta comprensión e incluso retomar algunos momentos que no hayan quedado del todo claros para ampliarlos. 

Recuerda que para escribir buenas memorias es fundamental haber leído otras memorias, por ello en la siguiente sección encontrarás una lista de autores y obras exponentes del subgénero de memorias para que las revises y tomes como referencia para la escritura de las tuyas. 

memoria

Autores y obras más importantes del subgénero memoria

Entre los primeros autores se reconocen figuras como Augusto, Sila, Lúculo y Cayo Julio César, pertenecientes a Roma y reconocidos como los principales exponentes de memorias, generando una gran cantidad de obras de este tipo. 

Sobre este subgénero didáctico en particular, las memorias, es posible encontrar una gran variedad de textos y autores importantes a lo largo de la literatura, de manera que podemos encontrar títulos como la llamada “Memorias de un Setentón”, escrita por Ramón de Mesonero Romanos, así como “Los pasos contados”, por Corpus Barga, “Confieso que he vivido” de Pablo Neruda, “La arboleda perdida” de Rafael Alberti, entre otros. También por parte de obras comerciales podemos encontrar memorias escritas por figuras como políticos, entre las que resalta “Memorias de la guerra”, escrita por Winston Churchill, pero también otras figuras como “Historia de mi vida” de Charles Chaplin, “Memorias de África”, por Karen Blixen, entre muchos otros más. 

Ejemplo de memorias del subgénero memoria 

El siguiente es un fragmento de la obra “Confieso que he vivido”, una obra de memorias escrita por el escritor chileno Pablo Neruda, una de las figuras más importantes de la literatura latinoamericana y la literatura universal. 

“Comenzaré por decir, sobre los días y años de mi infancia, que mi único personaje inolvidable fue la lluvia. La gran lluvia austral que cae como una catarata del Polo, desde los cielos del Cabo de Hornos hasta la frontera. En esta frontera, o Far West de mi patria, nací a la vida, a la tierra, a la poesía y a la lluvia. Por mucho que he caminado me parece que se ha perdido ese arte de llover que se ejercía como un poder terrible y sutil en mi Araucanía natal. Llovía meses enteros, años enteros. La lluvia caía en hilos como largas agujas de vidrio que se rompían en los techos, o llegaban en olas transparentes contra las ventanas, y cada casa era una nave que difícilmente llegaba a puerto en aquel océano de invierno. Esta lluvia fría del sur de América no tiene las rachas impulsivas de la lluvia caliente que cae como un látigo y pasa dejando el cielo azul. Por el contrario, a lluvia austral tiene paciencia y continúa, sin término, cayendo desde el cielo gris. Frente a mi casa, la calle se convirtió en un inmenso mar de lodo. A través de la lluvia veo por la ventana que una carreta se ha empantanado en medio de la calle. Un campesino, con manta de castilla negra, hostiga a los bueyes que no pueden más entre la lluvia y el barro…”

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